A estas alturas de la historia ya no hay motivo para negar que la plandemia ha sido y es una gran farsa diseñada por las élites para ampliar sus cotas de poder político y económico. Y aunque cada vez hay más gente que desconfía de la versión oficial, todavía una gran mayoría sigue presa del oscurantismo y la manipulación. Espero que no durante mucho tiempo. Porque después de lo que voy a exponer hoy aquí, supongo que más de uno se convencerá de lo contrario.
Durante más de un año han repetido la misma historia: políticos y supuestos «expertos» hablaban de una enfermedad extremadamente peligrosa, dando la sensación de que sabían lo que se hacían. Y, sin dar una sola explicación, han impuesto a golpe de decretazo unas medidas draconianas completamente desproporcionadas para hacer frente a una enfermedad que, como bien especifican las cifras, no tiene graves consecuencias para el 99,7% de la población. La única solución que se propone por parte de las élites implica renunciar a nuestra libertad, a nuestra privacidad y a nuestra autonomía médica.
Pero gracias a los que no nos rendíamos ante el derrotismo y la falacia institucional, todo esto ha cambiado. Y es que hace algunos meses la Asociación Liberum solicitó al Ministerio de Sanidad español que aportara muestras de cultivos de ese supuesto virus mortal que ha tenido en jaque al mundo entero. Era de esperar que, si tan grave era la situación y tantos sacrificios habían exigido (más bien impuesto) a la población, al menos tenían pruebas irrefutables de lo que estaban hablando. He de admitir que estaba convencido de que, haciendo gala de su ya acostumbrada soberbia, ni se dignarían a contestar. Pero después de pelearlo, por fin hay respuesta:
Al parecer el virus está por doquier pero ¡nadie lo ha encontrado! Pero si tan contagioso es… En fin. Dado el tecnicismo pudiera parecer que el hecho de no tener cultivos para un determinado virus no fuera algo determinante. Nada más lejos de la realidad, pues esto significa que NINGUNO de los diagnósticos realizados en base a tests de PCR (que ya ha demostrado ser una prueba no exenta de errores y fácilmente manipulable) han sido confirmados. Es como si fuera al médico por un dolor de cabeza y me diagnosticase cáncer sin someterme a más pruebas.
Las consecuencias de esta «neglicencia» – aunque no sé si puede llamarse así- realmente son desastrosas, pues los famosos tests que han ocasionado tanto dolor, tanta miseria y tanta desesperación en miles (o millones) de personas, no tienen validez alguna. Han ordenado arrestos domiciliarios masivos, cerrado negocios, dejado a la gente morir sin que sus seres queridos pudiesen despedirse… y en ningún momento tenían pruebas que apoyasen sus decisiones ni razones verdaderamente CIENTíFICAS que justificasen tanta opresión y sufrimiento.
Durante todo este tiempo criticando a los disidentes, ridiculizando a cualquiera que cuestionara su versión llamándolos negacionistas y resulta que los únicos NEGACIONISTAS son ellos. Sí señores, tenemos un gobierno que niega la verdad, niega la libertad y niega la responsabilidad. ¡Y se jactan de ser un gobierno democrático! ¿Qué más se le puede pedir a unos golpistas cuya única manera de gobernar es mediante engaño y coacción?
A partir de aquí es nuestra obligación como ciudadanos españoles exigir responsabilidades y hacer que paguen por todo el daño que han causado. Es eso o ir directos a una tiranía sin precedentes. Por mi parte, no hay duda alguna.