Parece que fue ayer cuando alertaba sobre los perniciosos efectos económicos de esta crisis que ya se ha vuelto crónica. Y es que en este tiempo poco han cambiado las cosas. Bueno sí, para peor… mucho peor. Seguimos en una deriva política, económica y social, presos de un régimen psicópata y autoritario que solo da golpes de timón para llevarnos todavía más cerca del abismo.
En el aspecto económico, en panorama no puede ser más desolador. Las inconstitucionales medidas del desgobierno izmierdista sociópata, solo han servido para segar por completo el consumo. Con la demanda paralizada, la situación de muchas pequeñas empresas es desgarradora. Es el triste caso de la hostelería y el turismo, pilares fundamentales de la economía española, por mucho que a algunos les pese. Y como este país no tiene tejido empresarial más allá del sector servicios, pasa lo que pasa. Cualquiera diría que estamos ante un complot para hundir el barco de la economía española.
Como era y es de esperar, las medidas económicas adoptadas por el desgobierno apenas arañan la punta del iceberg y las políticas represoras siguen sumando caos y destrucción, dejando a las pymes totalmente desprotegidas ante la bancarrota. El estado (único y verdadero culpable de esta crisis) debería compensar económicamente a las empresas por la pérdida de su facturación. Es más, aquellas que no pueden abrir o servir por los decretazos, deberían estar exentas de cualquier tributo o cotización, incluyendo la inSeguridad Social. Si no se factura, no se paga. Sería lo justo. Pero no lo van a hacer.
Lo de las ayudas se puede resumir en una frase: «pan duro para hoy y hambruna para mañana«. Y si no que se lo digan a los que aún a estas alturas siguen esperando que les den la «paguita» o los que protagonizan las ya tristemente famosas «colas del hambre». Por si fuera poco, en cuanto se acabe el mágico maná de los ERTEs (tened por seguro que se acabará), el paro explotará hasta cifras inimaginables y muy dolorosas. Pero que nadie diga que un servidor no lo advirtió.
También en el ámbito político este es un país tocado y hundido. La total impunidad con la que el régimen está suprimiendo los derechos fundamentales es propia de la tiranía chavista. El Partido Sociópata Opresor Estalinista y sus sucios secuaces de desgobierno, ha conseguido suprimir de un plumazo las libertades públicas más básicas recogidas en la Constitución. Y ahora va a por el sustento de muchos españoles.
Sí, esa misma Constitución que tanto proclaman amar y respetar, y que se están pasando por la piedra una y otra vez con sus decretazos ilegales. Veremos si los numerosos recursos de inconstitucionalidad interpuestos contra las normas opresoras no caen en saco roto, víctimas de un poder judicial viciado y a merced de las redes clientelares que podemitas y sociópatas expanden por todas las cloacas del estado.
Y si hasta ahora el balance es negativo, no esperemos nada bueno de la situación social. Vivimos la que sin duda será recordada como la peor época de esta nación, un estado de represión que ningún español ha vivido jamás. Pocos somos los valientes que nos atrevemos a alzar una voz en defensa de la libertad y en contra de la opresión bolchevique. Porque los miedos de manipulación, perversos cómplices de la dictadura del pánico, siguen alimentando la paranoia para que las masas permanezcan sumisas. Y las masas siguen creyendo en sus falacias. ¡Cuánto tiempo vamos a seguir dejando que nos tomen el pelo!
Pero la verdad es que ya no me sorprenden ni las medidas opresoras ni la pasividad de la mayoría de la población, que parece vivir en coma. Solo siento indignación y rabia ante esta política barata del pan y circo. Y mientras la gente sigue flagelándose placenteramente frente al televisor, el régimen sigue destruyendo todo aquello que nos importa: nuestras familias, nuestro futuro y, por supuesto, la libertad.
1 comentario
Añade el tuyo →Gran post Señor Farias. Lo que no entiendo es como alguien en su sano juicio vote a la izquierda. La izquierda solo ha traído hambre, desgracias y guerras a España.