Ni un triste café

Me cago en todo lo que se menea. Estoy hasta los mismísimos pémpidos de no poder tomarme un café en condiciones. Ni siquiera un jodido triste café. No pido qué se yo, sólo pido poder tomarme un cremoso y delicioso café, como hacía antaño.

Y es que, querido amiguito, dedse que cruce el jodido charco, no hay forma humana de tomarse un puto café decente. ¡Por Dios Santo! Es que aquí sólo hay café aguado y/o bebidas azucaradas con ligero sabor a café. Quiero un puto café, ¡hostias!

Fijaros en la imagen de arriba, ¿notáis la diferencia? Y eso que el café americano (a la izquierda en la imagen) que han puesto en la foto se ve cortito. Ya os imagináis a que sabe la taza de la izquierda, a pura agua con ligero sabor a café.

Disfrutar de un buen café, de su sabor y su aroma es uno de esos pequeños lujos que hacían mi existencia más soportable y que ayudaban a tener esos ratitos de goce personal y desconectar del tedio de la rutina diaria. Pero no, me toca vivir en un país donde la palabra espresso quiere decir café semiaguado.

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